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Una educación mortal

Sinopsis: Entra en una escuela de magia diferente a cualquiera que hayas conocido antes, aquí no hay profesores ni vacaciones, las amistades son pura estrategia y las probabilidades de sobrevivir nunca son las mismas. Cuando estás dentro, solo hay dos maneras de salir: o te gradúas o mueres.

El Higgins está preparada como nadie para hacer frente a los muchos peligros de la escuela. Puede que no tenga aliados, pero posee una fuerza oscura lo suficientemente poderosa para elevar montañas y aniquilar a millones, por no mencionar que puede destruir fácilmente a los innumerables monstruos que merodean por ella. Solo que, accidentalmente, podría matar también al resto de estudiantes. Así que El está intentando con todas sus fuerzas no usarla… a menos que no tenga elección.

Voy a ser muy honesta: comencé este libro y pensé que no me iba a gustar tanto. Pero me gustó. Harto. Por eso le dedico esta reseña, desgranando los puntos fuertes y los puntos débiles de «Una educación mortal», y las razones por las cuáles los animo a leerla y esperar con ansias su segunda parte.

La historia está narrada en primera persona por su protagonista, Galadriel (o sólo «El») Higgins, una muchacha de mal carácter, pocos amigos y un enorme poder oculto. «El» es uno de los cientos de alumnos de esta peculiar escuela de magia en la que sus alumnos están encerrados, enfrentando peligros e intentando sobrevivir hasta su graduación. Un gran porcentaje no lo logra. Pero las muertes han disminuido últimamente, ¿la razón? un muchachito con vocación de héroe llamado Orion Lake que – a diferencia de El Higgins, que es una marginada social – es parte de uno de los enclaves de magos más poderosos y, por ende, todos lo siguen con devoción.

Por supuesto, nuestra protagonista odia a Orion Lake por todos estos aires de héroe, su tremenda popularidad y la indiscutible posición de privilegio que tiene por la familia a la que pertenece. Sin embargo, las circunstancias los irán vinculando en esta lucha diaria por sobrevivir, y poco a poco conoceremos que hay detrás de estos protagonistas y sus formas de enfrentar el mundo.

Como esta es una crítica honesta, partiré comentando una de las razones por las cuáles no enganché en un comienzo con este libro. El relato inicia con lo que personalmente consideré exhaustivas descripciones del mundo, lo que torna su primer capítulo un poco lento y dan ganas de decirle a la autora: no es necesario que nos digas todo de inmediato. Pero bueno, así lo hizo y pese a todo: vale la pena seguir adelante. Más allá de este aspecto lo cierto es que el libro entretiene, agarra ritmo capítulo a capítulo y nos sumerge en un mundo muy interesante, con esta tensión constante por sobrevivir.

Sin embargo, la razón principal por la que me gustó y lo recomiendo son sus protagonistas. Fuera de los aspectos fantásticos, creo que la autora logró humanizarlos, mostrándonos estas caretas que tanto se contradicen a veces: lo que el mundo ve de una persona, y lo que es por dentro dicha persona. Muchas veces en la literatura juvenil olvidan esta complejidad y los personajes tienen una serie de cualidades y defectos específicos, identificables para ellos y su entorno. Pero la vida está llena de impresiones erróneas o confusas de quienes somos y cómo nos ven. Creo que este libro logró dar en el clavo con ello: Ni Orion, ni Galadriel son vistos por su entorno como realmente son o como sienten, y hay una vulnerabilidad muy especial en ello que me hizo sentido y me ayudó a conectar con ellos durante la lectura.

Más allá de las cosas que aún falta mejorar narrativamente, creo que Una educación mortal posee varios elementos que valoro y me hacen recomendarla con sinceridad: posee un universo propio e interesante, sus protagonistas se sienten genuinos y muy adolescentes en sus diálogos (muchas veces he leído sobre quinceañeros con una madurez poco probable a esa edad), además es un relato que atrapa y que deja con ganas de conocer más a sus protagonistas.

Puntos extra por ese final que nos deja listos y expectantes para la segunda parte. ¿Te animas a esta primera lección de Escolomancia?

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